La explicación de un docente de Ciencias Naturales se viralizó esta semana en las redes sociales. ¿Por qué este arácnido puede ser clave en la lucha contra la enfermedad?.
La «araña de la seda de oro» aporta grandes beneficios. Las fotos que acompañan esta nota fueron cedidas por el profesor Carlos Carrió.
-Profesor, encontré esta araña en mi casa, ¿la mato?
La consulta de un alumno que llegó en plena cuarentena al teléfono de Carlos Carriójunto a la imagen de una Nephila Claviples fue el disparador de un posteo en Facebookque se viralizó en apenas unas horas. En la publicación, que ya suma más de 2.000 compartidos, el docente de Ciencias Naturales y Jefe de laboratorio en el Colegio Kinderpide encarecidamente a los tucumanos cuidar a la “araña de la seda de oro” debido a que es una de las principales aliadas en medio del brote de dengue, una enfermedad que suma más de 1.400 casos registrados por el Sistema Provincial de Salud.

El profesor Carrió postula que la Nephila Claviples es una auténtica heroína en medio de este lío de pandemias y epidemias que obliga a preocuparse simultáneamente por el barbijo y la lavandina pero también por el descacharreo y el repelente. Según explicó, esta variedad de arácnido -cuya presencia se extiende desde el Norte de México hasta la Argentina-, posee una serie de características que contribuyen decisivamente a luchar contra el mosquito que sirve de vehículo al virus que produce la enfermedad del dengue. El gran mérito es su acción bioreguladora, mucho más efectiva e inocua que los productos químicos que se utilizan para ahuyentar al Aedes aegypti de los cuerpos y espacios que habitamos. Se trata, ni más ni menos, de la naturaleza auto-regulándose.
“Hablamos de una araña que en Tucumán podemos encontrar en todos lados, incluso en árboles o en los patios de las casas”, dice Carrió, quien en 2008 dirigió el trabajo de investigación de un grupo de alumnos del Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Tafí Viejo que se alzó con el primer premio de la Feria de Ciencias al investigar la acción bioreguladora de la Nephila Claviples sobre la población del mosquito transmisor del dengue. Tras esa experiencia, el docente siguió investigando y fotografiando a este arácnido al que supo encontrarle su belleza, pese a la opinión de la mayoría.
El profesor con 25 años de experiencia frente al aula da algunas pistas para su identificación en el patio o el jardín: la hembra es color verde esmeralda, con manchitas amarillas, extremidades largas y con vellosidades. “He visto algunas enormes”, recuerda Carrió y explica que la sabia naturaleza la dotó de ese color para permitirle el camuflaje entre el follaje de la yunga. La tela que va tejiendo, dorada, pegajosa, resistente como para detener un Boeing y de gran extensión es otra referencia para descubrirla a simple vista. Y aquí, en las peculiares características de la tela se detiene para indicar que está el meollo de la cuestión: la laboriosa araña de la seda de oro puede tejer una red de 1,5×5 metros, de allí su gran efectividad para atrapar toda clase de insectos, entre ellos langostas, mariposas y mosquitos desprevenidos.
“Mientras estuve investigando y fotografiando pude constatar que aproximadamente el 70% de los insectos que quedan atrapados en la tela son mosquitos. El resto pueden ser langostas o mariposas, por ejemplo”, detalló el coordinador de los proyectos de investigación que dependen de la Secretaría de Gobierno de Tafí Viejo y explicó que, una vez que la araña tiene a las presas en la red, libera un ácido que los disuelve. El paso siguiente es absorber ese líquido a través de un órgano «que es como un sorbete» y obtener su ración de alimento después de una ardua labor. Mientras tanto, el macho -significativamente de menor tamaño y de un deslucido color marrón- se mantiene fuera del área delimitada por la hembra para no interferir en su caza y así mantenerse con vida.
“El valor biológico que tiene la araña en nuestra yunga es enorme porque nos defiende de la proliferación de insectos y, de esta manera, previene plagas”, resaltó Carrió al tiempo que destacó que es fundamental comprender que en la naturaleza cada pieza es clave. “Mucha gente tiene fobia a las arañas y las matan. Son temores y conductas que lamentablemente se transmiten de padres a hijos porque nuestra generación fue educada de otra manera. Los chicos ahora son mucho más conscientes e, incluso, enseñan a los mayores el cuidado de la naturaleza”, analizó y destacó que la Nephila Claviples no es venenosa. «Como la mayoría de los animales solamente ataca si se siente amenazada o en peligro, aunque por lo general tiende a huir», indicó.
“Yo la tuve en mis manos y les puedo decir que no es agresiva ni venenosa. Como cualquier animal, responde ante una amenaza o peligro. Su picadura, eso sí, puede generar ardor”, detalló y agregó que “en el caso de romper su tela, por ejemplo, directamente huye”. “Este aspecto destaqué en la publicación de Facebook porque es el principal temor de las personas y el motivo por el cual suelen matarlas. Como docente les pido que no lo hagan porque, ¿quién sabe si la red que tejió una araña atrapa alguno de los tantos mosquitos que están transportando el virus del dengue?. Bueno, en ese caso, podremos decir que esta araña salvó vidas”.
El peligro de la destrucción
La irrupción de la pandemia del Coronavirus y el brote de Dengue en el Norte y Centro del país evidenció el conflictivo vínculo entre el hombre y la naturaleza. En la comunidad científica hay consenso al señalar que las enfermedades emergentes son consecuencias de un planeta devastado en sus recursos naturales a raíz de un modo de producción que no contempla siquiera su regeneración. Consultado al respecto, Carrió señaló que en nuestro país el dengue «guarda estrecha relación con la deforestación descontrolada para extender la frontera agrícola-ganadera».
“En áreas deforestadas, cada vez más extensas, en donde no queda ni un árbol en pie, la lluvia lava la capa de suelo fértil que tarda años en constituirse. Queda entonces la arcilla, donde se forman charcos y el mosquito comienza a reproducirse rápidamente. A partir de ahí, solamente falta que pique a una persona infectada y transporte el virus hacia otros lugares para tener un brote”, expresó con preocupación el docente de Ciencias Naturales, quien señaló que lo que está pasando en el Norte es “catastrófico”.
“Hay una relación directa entre la deforestación y el dengue. Si no tenemos árboles, desaparece la capa fértil de la tierra, no tenemos dónde la araña teja su red, no hay pájaros, ni insectos que regulen la proliferación de mosquitos. En definitiva, no hay bioregulación y sobrevienen las plagas”, resumió e insistió en la importancia de la educación para la conservación de los recursos naturales desde el nivel inicial porque «nadie cuida aquello que no conoce».
“La misma naturaleza guarda su propio equilibrio, es un reloj que funciona perfectamente, el único que desentona aquí es el hombre. Hemos visto en cantidad de imágenes lo que ocurrió con la naturaleza en cuanto comenzó el aislamiento alrededor del mundo. Por eso digo que la clave es la educación ambiental, nosotros crecimos sin esa conciencia y ahora estamos viendo las consecuencias”.